A pesar de su corta edad, Brenda acarrea un pasado cuando menos turbio que esta semana le ha confesado a Antonio David. La tronista confirma todo lo que hasta ahora se ha ido diciendo de ella en los platós relativo a su trabajo en el mundo del porno, y confía en que su paso por 'Acorralados' la ayude a ser mejor persona.
A Brenda nunca le faltó de nada. La criaron entre algodones, pero a ella le gustaba eso de ir por el lado más salvaje de la vida. Así que, un buen día, se lió la manta a la cabeza y se marchó de casa con una amiga. Así narraba a Antonio David su peripecia en Barcelona: "Todo el armario lo metí dentro de una maletra y echamos a correr... Nos dedicábamos a eso, a bailar en barra, a hacer peliculas porno, estabamos metidos en una mafia de rumanos..." Al parecer fue esa misma amiga la que avisó a sus padres, que literalmente la sacaron del lugar donde dormía para llevarla de vuelta a casa.
Aunque en 'Mujeres y hombres', Brenda negó que se hubiera dedicado al porno, no ha tenido apenas reparos para contarlo en la granja. Un pasado rocambolesco y con cierto parecido al drama Sonia Baby, del que parece arrepentirse. Lamenta asimismo que le dejaran hacer "lo que le daba la gana" cuando era más joven: "He sido superfiestera, he tenido dinero y lo he derrochado, he pagado unas fiestas a mis amigas bestiales. He hecho tanto el gilipollas que creo que ya esta bien, debería de centrarme".
Un apoyo muy importante para la muchacha en su nueva vida ha sido, según valora, su novio Gerard: "Cuando lo conocí estaba completamente sola. Mi familia me había terminado de dar la espalda y estuve con él. Él es yo, él es mi reflejo".
Sin embargo, de momentos no quiere tener hijos con su pareja. Más bien, la muchacha parece empeñada en recuperar el tiempo perdido, terminar sus estudios y hacer, en definitva, "lo que hace una chica de 19 años". El dinero nunca está de más, así que no descarta hacer "algún plató que otro".
Pese a que desde que llegó a Acorralados no ha dejado de poner el grito en el cielo cada vez que tenía que ensuciarse y escaqueándose cada vez que tenía que doblar el lomo, Brenda cree que esta experiencia la va a ayudar a reflexionar sobre su pasado y crecer personalmente: "todo lo gilipollas que he podido ser y lo buena chavala que voy a salir de aquí".
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