24/9/11 |

Joselito: "Durante muchos años pensé en suicidarme"

José Jiménez Fernández, más conocido como Joselito, ha entrado en 'La Caja Deluxe 4D' para echar la vista atrás, analizar su infancia y descubrir qué le llevó, durante años, a tener en su cabeza el pensamiento de querer quitarse la vida. Joselito se ha reprochado a sí mismo no haberse rebelado durante su infancia y haber exigido a los que le rodeaban que le dejaran ser un niño, porque tras la terapia se dio cuenta que había sido precisamente su éxito prematuro lo que le llevó a descender a los infiernos cuando creía que estaba en lo más alto.


Joselito entraba en 'La Caja Deluxe' nervioso pero con la esperanza de poder encontrar respuesta a muchas preguntas sobre su vida a la que ni él mismo podía dar respuesta. El artista ha reconocido que, aunque en su momento creía ser feliz, el hecho de que le robaran su infancia propició que años después tocara el cielo para bajar al más puro infierno.

José confesaba que tuvo que pensar mucho si entraba o no en 'La Caja' porque no quería que tratasen su vida de una forma cruel, como le ha sucedido en muchas ocasiones, pero una vez dentro, aseguraba que jamás se arrepentirá de haberse prestado a la terapia, porque ha hecho de él un hombre más feliz y mirar la vida con una perspectiva diferente: "Todas las cosas malas que lamentablemente he vivido, al final me hacen pensar que si se llega a un buen final, a una meta importante, creo que valen la pena".


Una dura infancia junto a su familia
El artista comenzaba 'La Caja' acompañado de uno de sus recuerdos más felices: Mickey Mouse. Joselito aseguraba que sentía adoración por el ratón y que aún a día de hoy, disfruta como un niño cuando ve sus dibujos animados preferidos: "Me gustan mucho porque siempre hay un final feliz. Ese es el sueño dorado de todas las personas, que antes de morirse puedan llegar a un final feliz".

Joselito contaba que ansía tanto esa sensación de felicidad porque, aunque muchos no lo crean, jamás pudo ser realmente feliz. Desde muy pequeño tuvo que luchar para poder sobrevivir, su familia no tenía dinero y tampoco prácticamente nada que echarse a la boca: "Éramos una familia buena, no podían ser malos, mi padre se pasaba de sol a sol trabajando en la casa del señorito. Estas familias era imposible que fueran malas, no les daba tiempo a serlo".

Aún así, recordaba que él era el más mimado de sus hermanos por ser el pequeño: "Todos nos moríamos de hambre, pero si había un trocito de pan se lo quitaban a mis hermanos para dármelo a mí". Pero no todo fue fácil en su niñez, siendo aún un bebé estuvo a punto de morir en un aparatoso accidente: "Era muy pequeño, no andaba a penas, en mi casa había un brasero y me caí de boca en él. Quedé hecho un monstruo, no se me veían los ojos, ni la nariz. Con un tipo de manteca consiguieron arreglarme la cara, nunca ha sido demasiado guapo, pero al final quedé bastante bien. Además, casi me ahogo, porque me tragué ceniza y se me quedó en la garganta".

Este terrible suceso no se quedó ahí, si la situación ya era dramática de por sí, las cosas aún se complicaron más. "Llegaron a pensar si por ser tantos hijos había habido por parte de mi propia familia provocación a ello. Eso es un disparate, una barbaridad, pero investigaron por si había pasado algo, por si habían querido matarme mis propios padres para tener una boca menos que alimentar", explicaba.

De José Jiménez Fernández, a Joselito
Desde que comenzó a hablar, la madre de Joselito fue consciente que su hijo tenía una voz privilegiada. Con muy poquitos años, según ha contado en 'La Caja', el propio artista, iba a la casa de "la señorita, la rica del pueblo" y le cantaba a cambio de unas cuantas monedas. Siendo un niño, Joselito se marchó con su hermano e hizo un viaje de más de 450 kilómetros para buscar una oportunidad en el mundo de la canción.

"Mi madre sabía que cantaba muy bien, pero la vida estaba muy mal como para permitirse soñar. Un día mi hermano decidió irse para buscarse la vida y yo me fui con él en el sillín de una bicicleta. Nos parábamos en las posadas, yo cantaba y así nos daban de comer y nos dejaban quedarnos al lado de la lumbre", contaba Joselito.

En ese camino conocieron a un hombre que se hizo cargo de él junto a su mujer hasta que poco después lo dejó con el apoderado que le lanzó al estrellato y que años después tantos disgustos le ocasionaría. La fama de Joselito no tardó en llegar, se convirtió en un niño prodigio, todos querían verlo actuar, tanto que hasta el Papa Juan XXIII pidió que cantara para él en El Vaticano.

Todo parecía ser perfecto en la vida de Joselito, pero en realidad no lo era. Él quería ser un niño y nunca lo pudo ser: "Mi infancia no fue feliz, fue triste y sin cariño". Mirando una fotografía de cuando era niño, Joselito confesaba arrepentirse de su éxito y se reprochaba a sí mismo no haber hecho nada para buscar su ansiada felicidad:

"Claro que veo tristeza en ese niño. Es imposible que un niño fuera de su familia, aunque sea un ídolo y una gran figura, no arrastre tristeza interna, es imposible. Lo que conlleva esto es la tristeza, que te la comes tú, no puedes hacer partícipe nadie. Yo a ese niño le diría: '¿Qué te creías, que nadie te notaba la tristeza? ¿Te creías que todo el mundo pensaba que eras un niño feliz? Lo que pasa es que tú no querías que lo notaran. ¿Por qué no te revelaste? Eso no me lo he explicado todavía, ¿por qué no te revelaste? Si vuelves a nacer vuelve a ser niño, pero a ser niño de verdad. Ojalá pudieras tener la suerte de nacer otra vez para ser niño".

Además, Joselito explicó que sufrió mucho durante los eternos tours que hacía por América, en los que la mayoría de las noches tenía que hacer cinco shows seguidos y prácticamente sin descansar. Lo único que le compensaba era ver disfrutar al público: "Realmente lo pasaba bien cuando ponía al público de pie, se me llenaba el alma de grandeza, pero aún así era demasiado".


El artista recordaba con tristeza no haber tenido tampoco ningún amigo de su edad, no haber jugado, no haber ido al colegio, en definitiva, no haber podido ser un niño porque su trabajo le obligó a ser un adulto precipitadamente y a rodearse de adultos, que lejos de darse cuenta de las necesidades y la edad que tenía, lo trataban como a un adulto más: "Siempre estaba rodeado de gente mayor. Me hablaban como un adulto, me hacían partícipe de sus conversaciones. A mí me hubiera gustado tener amigos de mi edad, pero no era posible, no tenía relación nada más que con el mundo adulto".

La traición de su apoderado
Precisamente la misma persona que lo lanzó al estrellato fue quien propició su descenso a los infiernos, su apoderado. Este señor, contaba Joselito, ya se aprovechó de su familia, inexperta en la materia, desde antes de convertirlo en un niño prodigio: "Fue a ver a mis padres para que le firmaran un papel para que pudiera estar con él y llevara mi carrera artística. Así se hizo mi apoderado. Le dijo que me iban a tratar muy bien, que me iban a llevar al colegio, que iba a comer bien, que iba a dormir bien. Pero luego nada fue así".

Al principio, relataba Joselito, su relación era muy buena, lo metió en su casa como si de un hijo más se tratara: "En ese entonces creía que realmente me quería, pero la relación terminó muy mal. Cuando perdí la voz y ya no me llamaban para actuar quiso cortar la relación profesional, pero a la hora de hacer las cuentas, las hizo como él quiso. Lo único que me dejó fue un chalet en Utiel y un piso en Madrid, nada más".

Según explicaba el artista, su apoderado le dijo entonces que no quedaba nada de dinero y justificaba todo el que él se llevaba en que tenía que cobrarle la función paterna que ejerció con él durante años: "Me dijo incluso que los besos que me daba su mujer antes de acostarme había que pagarlos". Pero a parte de estos cobros totalmente injustificados también le robó toda su fortuna: "Yo cobraba al día 20.000 dólares y actuaba todos los días durante nueve meses al año. Estuve actuando hasta casi cumplir los 20 años y es imposible que no quedara dinero, me estafó".

Su madurez, sumida en un oscuro pozo
Joselito confesaba que tras perder la voz su vida cambió radicalmente. Creía que ya nada tenía sentido y se sentía sumido en un oscuro pozo del que no tenía fuerzas para salir: "No sé por qué, sólo sé que mi vida ha sido mucho eso, ha sido mucho como un pozo oscuro en el que intentar encontrar una rendija de luz. Durante muchos años he estado con esa sensación de inseguridad".

Otro de los pensamientos que no lo dejaban vivir era el de la necesidad "de desaparecer": "Hoy no estoy tan seguro, pero he estado la mayor parte de mi tiempo con ganas de desaparecer. Significa irte donde no pueda conocerte nadie o suicidarte, una de dos. Durante muchos he querido quitarme la vida. Quería borrar del mapa a Joselito, al cantante, a la fama. Irme donde nadie me conociese para intentar vivir de alguna manera y no tomar otras decisiones de otras formas".

Afortunadamente, su vida y sus pensamientos cambiaron: "Ahora, si encontrara a alguien en la situación tan mala que yo viví intentaría por todos los medios hacerle entender que quizá no es tan grave todo lo que le pasa como para desaparecer, porque no merece la pena. Ahora, en estos últimos tiempos, en mi vida con mi mujer, con mis nietos, con mis hijos, si encuentro motivos para vivir y no lo veo tan grave, no vale la pena desaparecer ni hacer tonterías".


Las mujeres de su vida
Mari Fe, su mujer, y Ascensión, la madre de sus hijos han sido las mujeres más importantes de la vida de Joselito. El artista recordaba a ambas con emoción: "Mari Fe ha sido el gran amor de mi vida, la he querido siempre, y Ascensión me ha dado a mis hijos, que son lo que más quiero". La relación con su mujer no ha sido fácil, se conocieron cuando ambos eran unos niños, iniciaron un romance que terminó por los continuos viajes de Joselito.

Años después se volvieron a encontrar, pero el la engañó con otras mujeres y volvieron a separarse. En ese momento, Joselito encontró a Ascensión, la madre de sus hijos, pero tiempo después al querer el destino poner a Mari Fe de nuevo en su camino, decidió recuperar su amor y no ha vuelto a separarse de ella.

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